La precisión, la franqueza y la elegancia presentes en los relatos de sus aventuras lo han convertido en un popular prototipo de la galantería. El personaje que se dirige a nosotros en las páginas de Cazaviejas también atraviesa un continuum de peripecias y desventuras amorosas que lo enfrentan a una sociedad que no lo entiende, lo prejuzga y acusa sus gustos e inclinaciones de "anormales", aún donde no hay norma escrita, ni causa daño a nadie. A través de una deliciosa novela de enredos -que es también una declaración sobre el derecho a gozar de la vida y a luchar contra las prohibiciones absurdas-, Ariel Magnus realiza una crítica mordaz a una sociedad que entroniza a la juventud como bien supremo. Un elogio del placer prohibido, y una denuncia al placer de prohibir.