Tras el viaje magallánico, algo muy importante había hecho cambiar al planeta: la conciencia de la unidad del mundo en torno a una esfera nos hacía forzosamente colectivos. Los océanos ahora puestos en contacto permitían una conexión permanente entre los cuatro continentes, Europa, Asia, África y América, y la circulación entre todos ellos de personas, creencias, sistemas de saberes, bienes y productos comenzó a ser una realidad. A partir de las páginas de este fascinante relato que José Manuel Núñez de la Fuente coloca ante nuestros ojos, somos testigos de cómo unos aventurados marineros al mando de expertos navegantes de mares y océanos recorrieron al completo la esfera terrestre, y conectaron lo que hasta entonces había estado desligado: el occidente con el oriente, y el oriente con el occidente, uno y otro ahora juntos para siempre en el mismo planeta. A pesar del ingente material acumulado acerca del viaje magallánico, entre fuentes directas, crónicas y bibliografía, siempre se echó enfalta por parte de los historiadores, cronistas y escritores, el venero más importante y fi dedigno de todos, el Santo Grial de la Primera Vuelta al Mundo, es decir, el diario de su principal protagonista, Hernando de Magallanes. De tal suerte, las páginas que dan cuerpo a este diario no son las habituales de un libro de historia o de una biografía convencional, sino que están sacadas directamente de las vivencias que el insigne explorador nos describe en primera persona a partir de su llegada a Sevilla, en 1517, hasta su muerte en Mactán (Filipinas) en 1521.