Las Basement Tapes grabadas por Bob Dylan y The Band se consideran uno de los momentos definitivos de la música popular de la segunda mitad del siglo xx. Y si Dylan y The Band mostraron el camino, muchos otros, a continuación, se han dedicado a recorrerlo, desde The Byrds y los Flying Burrito Brothers en los 60 y 70 hasta los grupos de la actual generación del Americana. Pocos, sin embargo, lo han hecho tan bien y tan honestamente como The Black Crowes. Salidos de Atlanta (Georgia) justo cuando la década de los 90 daba sus primeros pasos, The Black Crowes está considerada ya por derecho propio una de las últimas bandas clásicas del rock. A partir de su tercer disco, Amorica, se sacudieron definitivamente el estigma de imitadores de los Stones y los Faces y empezaron a tejer una obra en constante evolución, basculando por la psicodelia de Grateful Dead, la contundencia de Led Zeppelin, el soul de Otis Redding, el folk de The Band, el gospel de Staples Singers o el country de Gram Parsons.