Teatro musical popular en el madrid ilustrado

ISBN: 9788496470125
Col·lecció: SIN COLECCION
Autor: Huertas, Eduardo L.
Editorial: LA LIBRERIA
Publicat: 2.012
Classe: LIBROS

Idioma: SPA
Enquadernació: TAPA BLANDA O BOLSILLO
Pàgines: 240
Termini d'entrega: 5 Dies
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    En la segunda mitad del siglo XVIII, Madrid era la capital de España y, por lo tanto, síntesis de todo lo español. Era, además, sede de un Estado despótico ilustrado, que se comportaba, culturalmente como centralizador, dirigista y de tendencia europeizante. Pero, al mismo tiempo, Madrid era un pueblo sobre cuyo sustrato se habían ido posando ininterrumpidas inmigraciones de casi todos los puntos de la península. Era el pueblo llano , natural y naturalizado, que se manifestaba muy apegado a su gustos claramente autóctonos y tradicionales, y en el que empezaba a despuntar el embrión de una presunta identidad madrileña. Por otro lado, también el siglo XVIII español fue un siglo de «modas» y Madrid fue la principal pasarela, en la que las oscilaciones modales alcanzaron mayor tensión. Así, lo nuevo, lo ilustrado extranjerizante, francés o italiano, y lo nacional tradicional se alternaban y coexistían oponiéndose o interpenetrándose. Estos planteamientos impregnaron las manifestaciones sociales y artísticas. Y, de este modo, junto a un teatro dramático neoclásico, a la ópera y al ballet italianos y a los bailes y óperas cómicas francesas, como repertorios oficiales, forcejeaban, por coexistir, dignamente, los géneros españoles del sainete y de la comedia, de la zarzuela antigua y nueva, de la tonadilla escénica y de los bailes teatrales y escénicos. Esta obra trata de ofrecer, precisamente, el panorama del teatro musical y coreográfico de raíz, textura y proyección ibérica y popular, así como los mecanismos e instituciones de divulgación del mismo. Y en esta perspectiva se pone el énfasis en el papel desempeñado por el grupo social madrileño del «majismo-manolismo», con sus dos sectores de curtidores y chisperos. Pues este grupo -y sus defensores- se muestra como el depositario, transmisor y defensor, muchas veces a ultranza, de lo tradicional español frente a lo extranjero o extranjerizante, y así trata de imponerlo en el teatro y en otras parcelas de la sociedad, aunque fuese sólo como una contra-moda. El hecho fue que el «majismo» se constituyó, durante un tiempo, en protagonista de sainetes, tonadillas escénicas y bailes teatrales y sociales. La «majeza» fue exaltada por la abundante literatura de cordel, y la «majería», en cuanto a grupo contestatario, en algún momento parece que conectó con una opinión pública crítica contra los gobernantes, según se refleja en la literatura clandestina y libertina de la época.