Afirmaba su autor en 1912: «estas páginas llevan el propósito de poner a los hombres de fe y de corazón enfrente de un mal que no sé cómo llamarlo y que después de llamarlo con todos los nombres malos de la tierra, todavía no lo habría hecho adecuadamente. ¡El abandono del Sagrario! Tengo la persuasión firmísima de que prácticamente el mayor mal de todos los males y causa de todo mal, no sólo en el orden religioso, sino en el moral, social y familia, es el abandono del Sagrario. Para hablar de ese abandono y dar a conocer su remedio, se ha escrito este libro».