Llegó ese punto donde tenías que decidir entre huir y quedarte para siempre y sabías perfectamente qué hacer, pero hiciste lo contrario. Y es que algunas veces todo depende de ese “Quédate” que se nos queda atascado en la garganta. La felicidad está en saber que nadie es de nadie, pero hay que disfrutar cada segundo con quién te hace sonreír. A ti te lo escribiría todo, pero me dejaste sin palabras.