La flor roja (1883) es uno de los relatos que mejor definen el estilo de Garshin, debido a que combina la profundidad psicológica con la prosa realista. Relata los últimos días de un paciente al que no se identifica en un hospital psiquiátrico ucraniano, y cómo sus obsesiones y ansiedades van insinuándose dentro de su vida, hasta que llegan a tomar control de su persona. Su obsesión se concentra en tres flores rojas que crecen en el patio de la prisión, y se convence de que son la fuente de todos los males del mundo y deben ser destruidas. La descripción de su creciente locura traslada el relato desde una forma narrativa realista hasta el estudio psicológico o el relato fantástico.