Mientras leemos este libro, el vacío sigue siendo el vacío pero se sitúa como una flecha en nuestras cuerdas vocales. Finalmente, cuando terminamos de leer este libro, sabemos que el silencio no coincide con el olvido o la muerte, sino con la cicatrización de las voces. Entonces, sólo entonces, cuando lo hemos acabado, echamos a andar y cabemos en nuestras huellas.