Mediante una prosa envolvente, a un rimo implacable e hipnótico marcado por penosos gritos al amanecer y murmullos de pavor cuando cae la tarde, Joyce Carol Oates despliega con sobria maestría la historia de las víctimas, los victimarios y el inesperado paladín de una justicia taciturna pero inexorable, un hombre que conoce el significado de la decencia y la amistad (o tal vez del amor).