"Ovejas esquiladas, que temblaban de frío" combina lo lejano con lo próximo, lo singular con lo universal, la injusticia en el poder con la miseria del ser humano. Gsús habla de los otros y de lo suyo propio, combinando alta y baja cultura. Habla del hambre, de la adicción y del paso del tiempo, del hombre, de la familia y del amor, con una estructura perfectamente equilibrada. Habla, en fin, de los moradores del mundo con un verso directo, a modo de confesión honesta y empleando la imaginería de un subconsciente personalmente colectivo.