La Muerte constituye un tema nuclear en la literatura medieval, casi tan omnipresente, ineluctable e imperecedero, como ella misma lo era. Su invocación es continua y atrae a los más importantes autores medievales, Danzas de la Muerte, Jorge Manrique, Villon ... Robert le Clerc de Arras compone una importante colección de poemas sobre el tema, Les Vers de la Mort, cuya primera traducción al castellano se presenta en este libro. Con anterioridad Hélinand había afamado extraordinariamente el espécimen, ahora Robert le Clerc lo amplia y consolida en sus casi cuatro mil versos de una riqueza lingüística y literaria extraordinarias. Cumple con el cometido parenético y persuasivo de esta literatura y, sobre todo, lleva a cabo, con gran aliento poético, una cierta interiorización personal, una impecable crítica de la perversión moral que le rodea y una imagen inigualable de la sociedad monetaria y urbana del siglo XIII. A la consolidación del género también contribuye Adam de la Halle, quien, con un número escaso de estrofas -aquí traducidas-, sintetiza los elementos básicos que caracterizan a la Muerte y su actuación. Ambos, como compañeros en el oficio, dejan vislumbrar de manera tenue una dramática confesión a modo de transformación espiritual, que los sitúa en el ámbito de la autorepresentación. La Muerte en ellos, parlante e hiperactiva, supera la mera interpretación didáctico-moralizante y adquiere un cierto matiz intelectualista y urbano que contribuye a la apertura de una poeticidad diferente.