Estas lecciones sobre el infierno en la Divina Comedia fueron leídas públicamente por Galileo a pedido de la Academia Florentina y quedaron olvidadas hasta que, casi tres siglos más tarde, un investigador halló los manuscritos por azar. Su lectura muestra otro abordaje del clásico de Dante y un aspecto desconocido de la obra de Galileo. Las matemáticas son la base del correcto razonar, no sólo en lo que concierne al estudio y la comprensión de la naturaleza, sino también, y sobre todo, en la medida en que las verdades demostrables son accesibles y verificables mediante métodos matemáticos. Lejos de ser un mero bagaje de tecnicismos útiles o inútiles, el pensamiento científico es una cultura por derecho propio, saber e instrumento de saber, lenguaje y discurso. La distinción que se ha verificado entre los saberes llamados humanísticos y los científicos -como si la ciencia no fuera un producto del hombre- es el fruto más reciente del ansia de especialización típica de la carrera por el desarrollo tecnológico. En todo caso, esa distinción no existía en tiempos de Dante, cuando el conocimiento se dividía en trivium y quadrivium, pero cada disciplina contribuía por igual a la totalidad cultural. Ni existía aún tres siglos después, en tiempos de Galileo. La prueba son estas Dos lecciones ante la Academia Florentina acerca de la forma, la ubicación y el tamaño del infierno de Dante, leídas públicamente por Galileo entre 1587 y 1588, que aquí presentamos como pequeña contribución tendiente a confirmar que la cultura es una sola cuando está en la misma mente.Galileo Galilei fue un físico y astrónomo italiano. Su nombre está indiscutiblemente asociado a la revolución científica y la libertad de investigación. Pionero de la matemática moderna y de la física experimental, descifró las leyes de la caída de los cuerpos y de la trayectoria de los proyectiles, estudió el movimiento del péndulo e investigó la mecánica y la resistencia de los materiales. Fue un convencido defensor de la nueva teoría, propuesta por Nicolás Copérnico, según la cual la Tierra y todos los planetas giraban alrededor del sol. La Iglesia Católica Romana acusó a Galileo de herejía y lo obligó a retractarse públicamente. Comenzó así una persecución que incluiría la condena a prisión perpetua, aunque Galileo pudo pasar los últimos años en su casa en virtud de la avanzada edad. Siglos más tarde, el papa Juan Pablo II abrió una investigación sobre esta condena y una comisión papal reconoció el error.