La discriminación económica de la mujer corre paralela con la justificación de la misma por las diversas mitologías, en particular las del entorno del Mediterráneo. Surgió así toda una serie de figuras femeninas negativas que degradaban la mujer a monstruo cruel. La Iglesia católica recogió sus rasgos en las postrimerías de la Edad Media. Fue esta institución la que realmente creó la imagen de la bruja mala al asociarla con el diablo. Tenemos así el triple origen de las brujas: el económico, el mitológico y el eclesiástico. Este último es el más investigado y, por consiguiente, el más documentado.