El primer ciclo de Educación Infantil sigue siendo tratado en la actualidad más como una necesidad que como un derecho de los niños y niñas de cero a tres años a una estimulación de sus potencialidades educativas (Sensat, 2004). No existe una política educativa lo suficientemente homogénea que potencie este derecho, ni desde la administración central ni tampoco desde las diferentes comunidades autónomas. En ocasiones, la propia demagogia sobre la conciliación de la vida familiar y laboral cercena lo que sería el auténtico objetivo de este ciclo: "la estimulación temprana de las habilidades cognitivas, emocionales y afectivo-motivacionales, la cuales, van a constituir la base de todo el desarrollo psicoeducativo posterior".