Copiados hacia el año 367 por monjes del primer monasterio cristiano, los evangelios de Tomás, Felipe y la Verdad, fueron cuidadosamente sellados en urnas y escondidos entre las rocas, junto a otros manuscritos, en un lugar cercano al pueblo moderno de Nag Hammadi, en el valle del Alto Nilo, donde permanecieron durante casi 1.600 años hasta que en diciembre de 1945 fueron descubiertos por dos campesinos egipcios. En el momento en que se estableció el canon del Nuevo Testamento, estos tres evangelios no eran conocidos por ninguna de las tradiciones cristianas, pues jamás fueron mencionados durante sus prolongadas deliberaciones. El doctor Thomas Paterson Brown, una de las más eminentes autoridades mundiales sobre este tema, deja bien claro que estos evangelios pertenecen inequívocamente a la tradición bíblica, no siendo en absoluto gnósticos, aunque actualmente con frecuencia así se les considere. La presente edición, rigurosamente revisada por distintos especialistas, es una traducción de la versión inglesa que el doctor Paterson Brown preparó directamente desde el copto.