«Me llamo Ismael Arana, tengo dieciséis años y a veces me gustaría ser invisible. Me gustaría no estar, desaparecer en el aire». Quizá ya son demasiados los jóvenes que pronuncian frases como estas. ¿Realmente estamos dispuestos a soportarlo sin hacerle frente, mirando para otro lado si no me toca a mí? Dicen que el primer paso para resolver un problema es admitir que tienes un problema. A lo mejor somos una generación que tiene un problema.