Una novela sobre las películas que nos contamos y las que no nos atrevemos a vivir. En un mundo donde no hay guion para tanto personaje, David está lleno de dudas: no sabe qué hacer con su futuro profesional, no se entiende con su novia y se está distanciando de sus amigos. Sus problemas son los típicos de cualquier adolescente. Con el pequeño matiz de que él, en vez de quince años, tiene cuarenta y dos. Así que cuando su hermana Bea le pide que se encargue unas semanas de su sobrino Unai, no duda de que es la peor idea del mundo. Y no solo porque no conoce a ese joven lleno de secretos. Ni porque odie compartir su espacio, sus tazas del Central Perk o sus VHS de los 90. Sino porque, tras años trabajando en el cine con nula repercusión y menos éxito, está a punto de incorporarse a un proyecto importante y al fin va a poner en pie (o eso dice) su propia película. Son solo seis semanas, lo convence Bea. Tiempo más que suficiente para acabar exiliado, sin contemplaciones, de Nunca Jamás.