Hace 5.000 años, el rey Gilgamesh, soberano de la ciudad mesopotámica de Uruk, entra en la leyenda en su dramática búsqueda de la inmortalidad. Viajero a los confines del mundo, regresó vivo y grabó su epopeya en las estelas de piedra que le hacían protagonista de una de las primeras gestas de la historia