En su obra póstuma, el excepcional novelista uruguayo Mario Levrero se entregó a la tarea de escribir una novela en la que fuera capaz de narrar ciertas experiencias extraordinarias, que él denominaba "luminosas", sin que perdieran tal cualidad. Una tarea imposible, según confiesa más adelante, pero en la que se embarca con el Diario de la beca. En cada una de las entradas de este diario, que recorre un año de su vida, el autor nos habla de sí mismo, de sus manías, de su agorafobia, de sus trastornos del sueño, de su adicción a los ordenadores, de su hipocondría y del significado de sus sueños. Capítulo aparte merecen sus mujeres, en particular Chl, que lo alimenta y lo acompaña en sus escasos paseos por Montevideo en busca de libros de Rosa Chacel y de las novelas policíacas que lee compulsivamente. El miedo a la muerte, el amor, la pérdida del amor, la vejez, la poesía y la naturaleza de la ficción, las experiencias luminosas e inenarrables: todo cabe en esta monumental obra.