Eran todos jóvenes y provincianos, y en todos estaba tan firme la convicción política como el deseo de entrega al Partido. Habían aprendido la diferencia entre el valor de cambio y el valor de uso, pero su célula quedó desmantelada y fueron enviados a Madrid, en donde pronto averiguarían que los peligros de la vida personal también acechan a los jóvenes comunistas.Su divertida peripecia, llena de sorpresas, discurre a través de varios ejes: la España de los últimos años sesenta, Madrid y sus conflictos universitarios, y, sobre todo, los saltos de identidad del protagonista, que, al margen de la lucha política, «sufre de sentimientos» y se verá enredado en una sucesión de lances eróticos y familiares de comicidad irresistible.Luego, cuando este protagonista-narrador se aleja de aquel entorno en el que convivían recios dirigentes del Partido, escrupulosos intérpretes de Lukács y Freud y una estrafalaria galería de «despojos del Fascio», la novela adquiere resonancias metafóricas que trascienden la doble personificación de un héroe escindido entre el compromiso de una «servidumbre voluntaria» y las dulzuras de lo «personal».El retrato de una época y de una generación, los fetichismos de la militancia, la crisis de las creencias dogmáticas, las fugas de una voz que oscila del yo al nosotros, se integran y enriquecen con una sutil reflexión sobre los simulacros de la ficción y la posibilidad revolucionaria de cambiar o reinventar la realidad recibida.La sabiduría narrativa de Vicente Molina Foix, que sorprenderá a sus lectores por el sostenido y brillante recurso irónico de una prosa que encuentra en todo momento el equilibrio entre lo sublime y lo grotesco, hace de La Quincena Soviética un hito importantísimo en la trayectoria literaria de su autor y uno de los más significativos logros de la narrativa española contemporánea.