La existencia cristiana no consiste en realizar esfuerzos tensos e inquietos, sino en acoger el don de Dios. El autor aborda, con ese prisma, la apertura al Espíritu Santo, la oración, la libertad interior y la paz de corazón, invitando a los lectores ´a anticipar la Pentecostés de amor y misericordia que Dios desea derramar sobre nuestro mundo´.