Considerar a la España que no pudo ser, explicar por qué no tuvo lugar desde principios del siglo xx una evolución hacia la democracia para superar el colapso del sistema político, obliga a entender en qué y por qué se gastó «el tiempo perdido». Aunque la historia es una construcción y no puede menoscabarse su parte imaginativa, lejos tanto de las grandes síntesis como de las minucias de la memoria simbólica, las consecuencias de la vuelta tardía de España a Europa, tras haberse resignado a abandonar un destino atlántico y a cruzar simbólicamente la frontera del Sur para acceder a la civilización industrial, son complejas.