¿A qué suena el término «compasión»? ¿Qué evoca? ¿Qué se percibe en él? Hay que confesar que hace algún tiempo sonaba mal. Se equiparaba a los sentimientos de lástima, pena, cierta piedad ?en lenguaje religioso?. En el mejor de los casos se comprendía como empatía ?«ponerse en el lugar del otro»?, que parece que le otorga algo de bonhomía, conmiseración o magnanimidad hacia alguien que sufre. Sin embargo, aunque las generosas acciones que surgen de estos sentimientos producen algún consuelo, tampoco llegan a transformar nada.Pero desde hace poco, el término «compasión» ha empezado a sonar más, incluso se ha hecho un hueco en nuestro lenguaje, casi hasta ponerse de moda. Y es que se ha descubierto toda la potencia que alberga la compasión. Potencia no solo semántica, de contenido del concepto, sino una potencia activa, eficaz.Se trata de una experiencia vital con una fuerza tan poderosa que puede ser propuesta como la matriz de la ética y, por eso, el primer motor capaz de realizarnos como personas. Y, desde una perspectiva cristiana, se puede mantener que la compasión es la auténtica, universal y definitiva manifestación del Dios cristiano.En este libro, el sacerdote y pastoralista José Ramón Pascual consigue sacar la pastoral de la sacristía y del templo, y la lleva a la calle, donde la mayoría de las personas tienen que jugarse la vida, la identidad, la misión. También saca la teología de su ensimismamiento y la pone a dialogar con lo más honesto y exigente de la filosofía moderna y de la cultura secular. ?Ya era hora. ¡Qué acierto!?, subraya en el prólogo el dominico Felicísimo Martínez.