Junkal Guevara se centra en esta obra en Lidia, una mujer procedente de Tiatira, con la que, según relatan los Hechos de los apóstoles, Pablo puso en marcha la Iglesia de Filipos. Propietaria de un negocio de tintorería, tuvo que hacer un importante ejercicio de inculturación tanto en la lengua y las costumbres como en la actividad económica. Al escuchar la predicación de Pablo, Lidia se dejó interpelar por sus palabras, se bautizó junto con su familia y acogió a Pablo y a Silas en su casa. Con ello, dio un paso adelante en la iglesia doméstica de Filipos, encarnando un nuevo liderazgo femenino en las comunidades cristianas.