Audi, filia

ISBN: 9788428541374
Col·lecció: BIBLIOTECA CLASICOS CRISTIANOS
Autor: Juan De Avila, Santos
Editorial: SAN PABLO EDITORIAL
Publicat: 2.013
Classe: LIBROS

Idioma: SPA
Enquadernació: TAPA BLANDA O BOLSILLO
Pàgines: 496
Termini d'entrega: 5 Dies
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    El Audi, filia, además de ser una obra espiritual preciosa de nuestro Siglo de Oro, es el único libro en el que san Juan de Avila expone de forma orgánica las líneas esenciales de su doctrina espiritual. A lo largo de sus páginas, el cristiano es guiado en el proceso de su vida espiritual, que san Juan describe como un recorrido que va desde la configuración del viejo Adán, que recibimos en nuestro nacimiento, hasta la identificación con Cristo, el nuevo Adán. En la presente edición, obra de Antonio Granado Bellido, se ha modernizado el lenguaje, respetando el contenido de lo que san Juan de Avila quiso transmitir a sus lectores, con la intención de facilitar su lectura.La doctrina espiritual de san Juan de Avila, doctor de la IglesiaSan Juan de Avila, recientemente nombrado doctor de la Iglesia, es uno de los grandes personajes de la historia de la espiritualidad española. Está presente en ella con sus escritos, de gran valor doctrinal y experimental, y por la influencia personal que tuvo en muchos hombres y mujeres, a los que ayudó a alcanzar altas cimas de santidad mediante sus consejos y su dirección espiritual. Sus escritos siguen vivos por la frescura que mantiene su pensamiento.«Escucha, hija, y mira, e inclina tu oído, y olvida tu pueblo y la casa de tu padre, y codiciará el Rey tu hermosura» (Sal 45,11-12). Devota esposa de Jesucristo, el profeta David -o mejor dicho, Dios por medio de él- le dice estas palabras a la Iglesia cristiana, amonestándole lo que debe hacer para que el gran rey Jesucristo la ame, de lo cual se le siguen a ella todos los bienes. Y, porque tu alma es una de las de esta Iglesia, por la gran misericordia de Dios, me pareció bien explicártelas, invocando primero el favor del Espíritu Santo, para que rija mi pluma y apareje tu corazón, para que ni yo hable mal, ni tú escuches sin fruto;mas lo uno y lo otro sea para perpetua honra de Dios y para complacencia de su santa voluntad. (Audi, filia, I, 1 p. 55)