San José, esposo de María, es el protagonista de esta exhortación apostólica de Juan Pablo II. San José, al igual que cuidó amorosamente de María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesús, también custodia y protege hoy su cuerpo místico, es decir, la Iglesia. San Juan Pablo II reflexiona, a lo largo de seis apartados, sobre la fi gura de san José, Custodio del Rendentor, estimulando a todo el pueblo cristiano a confiar en su patrocinio y a tener siempre presente ante sus ojos su humilde y maduro modo de servir.