Esta es la obra más representativa dentro del género de literatura picaresca que floreció en el Siglo de Oro de las letras españolas. Quevedo volcó en este libro toda su agudeza, toda su sabiduría literaria y su conocimiento del alma popular. Además de divertir y de solazar, la intención de Quevedo fue la de satirizar implacablemente, y con finalidad moralizadora, una sociedad que él consideraba perfectible. Estas aventuras del clásico pícaro pasan del humor a la sátira, de lo grotesco a la desolación. El texto ha sido fijado por Fernando Lázaro Carreter, catedrático de la Universidad de Salamanca, y lleva un prólogo del profesor Juan Alcina Franch.