Si la teología es hablar de Dios, conjugando la búsqueda y el anhelo del hombre con la palabra y la revelación de Dios, el tratado sobre el misterio trinitario constituye su centro y fundamento. Pero no se trata de hablar de un dios cualquiera, ni siquiera de él como Misterio sin más, sino del Dios que se ha revelado en su Hijo y se nos ha dado en el Espíritu. La fe trinitaria no es un enigma indescifrable, un jeroglífico irresoluble, un dogma sinsentido. La teología trinitaria tiene como tarea pensar a fondo esta revelación y comunicación de Dios. ¿Cómo es posible que Dios sin dejar de ser él pueda entrar en el corazón mismo de la vida humana en historia y trascendencia ofreciendo a la realidad mundana la comunión definitiva con él? ¿Cómo es ese Dios desde toda la eternidad para que su revelación histórica sea de esta manera? La teología cristiana responde a estas preguntas afirmando que Dios es aquel que es y ha querido revelarse para siempre como el Dios-con-nosotros: Padre, Hijo y Espíritu Santo.