En el número 14 de la rúa de Veeduría se oyen voces y el ruido que produce un cuerpo al caer. Se descubre más tarde que la anciana vecina, adinerada, ha sido asesinada de forma brutal. Una sirvienta, su marido alcohólico e infiel, la ausencia de herederos reclamantes, una desconocida señora X, un comandante bastante vulgar y un sistema penitenciario que falla. A doña Concepción Arenal, escritora, penalista y socióloga, su sexto sentido le dice que la sentencia se dictó de forma precipitada e injusta, en una época en que a las presas les estaba reservado el peor de los papeles por una sociedad cuyas leyes las escribían y las dictaban los hombres. Ayudada por doña Juana María de la Vega, coruñesa liberal volcada en ayudar a los más desfavorecidos, nos transmite que el camino de España para sacudirse esa culpa y esa gran vergüenza pasa por educar a la mujer.