Tres familias y unos cuantos personajes situados en la posguerra, en Mérida, años 1941-1942 y en la transición, con golpe de estado incluido, en Barcelona y Catalunya, años 1976-1981, protagonizan una trama magistral (policíaca, sin duda) donde los personajes, poco a poco, se van entrelazando. A medida que avanza el relato vamos conociendo nuevos detalles que implican e interrelacionan a cada uno de los personajes. El autor profundiza en la psicología de los personajes hasta hacerles florecer lo más escondido que hay en ellos. La maldad de unos y la dudosa o supuesta bondad de otros, se entremezclan en este relato de manera que el lector comparte con entusiasmo la vida de esas familias. Falangistas convertidos en demócratas, falsas acusaciones, infidelidades, violencia machista, suicidios, asesinatos, complots, torturas, secuestros...Todo eso está en La tristeza del samurái. Una novela en la que el lector se ve atrapado en la página 50, 60 o 70, no importa: cuando lo hace ya no puede dejar de leer.