En ocasiones nos sorprende que consigan que hagamos algo que no queremos: comprar un cachivache que no necesitamos, apoyar unas ideas que, si las pensamos un poco, son una memez, meternos en negocios ruinosos o situaciones que, en retrospectiva, eran una mala idea. Solemos hablar del poder de la publicidad, de la propaganda, o de que un conocido nuestro tiene una labia infalible, pero no entendemos bien que la persuasión funciona por una serie de mecanismos psicológicos que nos predisponen a querer ser convencidos de ciertas cosas, de ciertas maneras. Y pensar que somos personas racionales y bien informadas, o que somos difíciles de persuadir, nos hace a n m s susceptibles a serlo. Además, también creemos que basta con meros argumentos y datos para persuadir a alguien, y luego nos choca que, pese a tener buenas evidencias, los demás no nos hagan caso.