La Gran Ciudad es el imperio de nuestro tiempo. Desde la autocomplacencia de su grandeza impone sus normas al resto del mundo con arrogancia, pues como reza en su bandera «Nada tiene lugar fuera de mis l¡mites». Pero en ella no todo son acontecimientos históricos ni triunfos, tampoco todo es grandeza. En su imperceptible decadencia se suceden cada instante multitud de hechos que no son noticia, que nadie ha conocido hasta ahora y que hacen que La Gran Ciudad ya no sea la misma. Son luces diminutas en medio de un resplandor que creyó ser eterno y ya ha comenzado su ocaso. Un lugar que se dirige irremediablemente hacia otro tiempo.