No soy un escritor. No al menos en el sentido que yo le doy a esa palabra, alguien que vive de y para escribir. No, yo escribo, pero hago otras cosas: soy arquitecto, actúo en películas, modelo para publicidad, cultivo un huerto, cocino razonablemente bien y juego mal al golf.He leído, sobre todo en mi adolescencia, he vivido otras vidas en la penumbra de las salas de cine, cuando allí se contaban historias. He tenido una existencia azarosa, vivida con intensidad, he amado con no menos intensidad, he emigrado, he perdido a gran parte de mis seres queridos, en especial a mi esposa, y he sido y soy amado.He escrito desde siempre contando lo que llamaba sucedidos, cosas vividas, y en los últimos años he comenzado a crear historias. En esta primera publicación he incluido ambos géneros alternando los temas, el amor, que me apasiona, y otras historias, unas vividas y otras fabuladas.El gran Maestro de Arquitectos, Louis Sullivan, decía que la personalidad de un creador se refleja en su obra. Si es alegre, sus edificios serán alegres, si es ordenado, su arquitectura será ordenada... y así. Esto vale también para la literatura, soy emotivo y mi literatura, lo sé porque me lo han dicho, emociona.Mi amigo Horacio de Azevedo me decía: Ten cuidado, Max, te expones demasiado, y sí, es verdad, incluso en los relatos de ficción estoy allí, agazapado. Algún lector avisado descubrirá que, camuflada entre los relatos, está el germen de una próxima novela.