«Mi lucha no ha terminado». Este es el mensaje final que nos transmite el protagonista de Habitación 226, un niño de unos catorce años que vive los convulsos años 60 de nuestro país. Unos años cargados de injusticias, malos tratos, machismo y supervivencia. Ni Madrid permitía huir de las penurias del campo, ni olvidar un pasado que, si saliera a la luz, convertiría a más de uno en delincuente. O en héroe, dependiendo del lado de la justicia en el que estemos. Habitación 226 llega a extremos impensables en algunas situaciones sociales y familiares, unos extremos que cualquier español pudo haber oído hablar de ellos, o incluso los pudo haber vivido en sus propias carnes, en los años del franquismo.Por todo ello, esta novela es la voz de una generación, es la crítica hacia una justicia injusta, es una mirada a los recuerdos del pasado.