Las micronovelas que ahora se les presentan, pretenden demostrar, con mucho humor (esperemos), que, detrás de la Fiesta, las Tetas y las Copas, hay vida racional en la Costa;personas, como usted o como yo, que trabajan y sufren, dudan y se duchan, defecan, degluten, piensan (a ratos, ojo), se aburren o disfrutan... en cuanto se les ofrece la ocasión. O porque se la tropiezan rulando por la calle --qué débil es la carne, y qué fuerte e intensa la llamada de la Juerga--, o porque, sin poder evitarlo, se lanzan a la caza y captura del buenorro o la buenorra de turno --nacional o extranjero, da igual--, con fines... innombrables. De manera que, en mitad del largo y gélido invierno, enciendan el flexo, tal achicharrante Sol de la Costa, prepárense una copa, sí, no se hagan los tontos, que me han entendido: cóctel con pajita de brillo, rodaja de fruta y sombrilla china (un consejo: pongan blended del bueno);acomódense en su sillón favorito, imaginando tumbona, y zambúllanse de cabeza en este mediterráneo de libro, con sus estrellas de cine, sus piratas, sus cadáveres en la playa, su pelotazos, sus drogas de diseño, sus luchas por el poder, sus turistas, sus borrachos... y sus curvas.