«La historia es una morgue donde sólo hay cadáveres, cubiertos por la ingratitud de los sobrevivientes, mientras que los beneficiados o afectados por las inmolaciones, tanto unos como otros saben que lo ocurrido sólo puede ser modificado mediante un proceso semejante al digestivo», pregonaba Domenech Corona i Puig, un catalán atormentado, intelectual de izquierda, que en 1937 es encarcelado por los del Ejército Republicano, los mismos a los que defendía. Deborah Colvert, secuela de mestizaje, bisnieta por línea paterna de judía fiel a Yhavé, y por parte de madre de promiscua descendiente de esclavos africanos, es la encargada de finalizar la novela y reflexiona: Soy una mujer que será. No leen un error gramatical. Me es imposible decir que soy una mujer que fui y resultará totalmente mentiroso decir que acontezco en una mujer que es. Los Nietos del exilio entronizan en sus vidas unos particulares héroes: Javier Bueno Bueno, considerado el mejor periodista del Siglo XX, asesinado por las huestes del dictador Franco y Antonio Beltrán, el Esquinazau, miliciano maltratado por la ingratitud republicana.