La imagen cinematográfica se halla en el quicio de la dialéctica entre vida e historia. Ella es como una membrana entre la vida que se agota o desvanece y el sepulcro donde la historia se acumula. Imagen liminar, también de resistencia -su resistencia radica en su re-existencia-. Resistencia a su mera defunción en el modo de un documento histórico. La vida del fotograma, su respiración saludable y, si queremos, salvífica, está en su replay, en su potencia de retorno o remonte.