El término inteligencia se ha vuelto tanto ubicuo como equívoco en la actualidad. Hoy se habla de inteligencia artificial, de inteligencia animal, de inteligencia emocional, etc. Sin embargo, el término inteligencia, utilizado fuera del ámbito humano no puede tener más que un sentido, bien análogo -en el caso de los animales-, bien metafórico -en el caso de los artefactos. Y la expresión inteligencia emocional, tan en boga en la actualidad, describe una función psicológica y no una una nota esencial (o fenomenológica) de la realidad humana. Es igualmente un error entender la inteligencia en sentido puramente racional, negando tanto al sentimiento como a la volición su capacidad específicamente intelectiva, de acceso a la realidad. De ahí que, en un sentido amplio, con el término inteligencia nos referirnos en esta obra tanto al vector intelectual como al emocional y práctico. Esta es la razón por la que hablamos de inteligencia emocional práctica .