No es extraño que Federico García Lorca defina a Granada como poética y musical. Al fin y al cabo, son dos artes contiguas y este poeta se interesó por la música antes que por la poesía. Más sorprendente resulta que no la considere pictórica, pero si no lo hace es precisamente porque su visión de la ciudad está fundamentada sobre todo, y antes que nada, en las artes del tiempo, la música y la poesía, y no tanto en la pintura, arte espacial que fija las cosas. Si todo corre, juega y se escapa en Granada, si todo es como un río, y un río no puede ser arquitectónico, sino puro fluir, son la música y la poesía, y no la pintura, ni siquiera la pintura de un impresionista, las artes que para Lorca pueden captar la esencia de una «ciudad de fugas sin esqueleto». Las recogidas en este volumen son distintas calas que pretenden cartografiar esa Granada poética y musical a lo largo del siglo XX. ¿Pueden la música y la poesía construir una ciudad universal ¿Hasta qué punto los músicos y poetas que han nacido o se han radicado en la ciudad han contribuido a mantener el mito de Granada la bella, de la ciudad artística o