Tres días después de su regreso a la región del sudoeste de París, tras pasar varios años de viaje, el protagonista ya siente la necesidad de partir de nuevo. Quiere cumplir un objetivo insoslayable, vengarse de una periodista que había acusado a su madre de haber aplaudido la anexión de su país a Alemania. La autora de esas falsas afirmaciones vive a un día de distancia en las colinas de alrededor de París. «"¡Así que esta es la cara de un vengador!", me dije la consabida mañana cuando, antes de ponerme en camino, me miré al espejo". Sin embargo: "Yo no había tramado ningún plan. Tenía que ocurrir. Por otra parte: había uno, había un plan. Pero este plan no era mío."» Y así la venganza desemboca en una fiesta, una decisión deliberada del narrador Peter Handke: a la historia escrita solo tiene acceso lo que existe en la historia real. Y a la inversa: la historia que acontece solo adquiere realidad si es digna de ser narrada.