La Segunda República fue un período marcado por claros propósitos de regeneración a nivel local y por la consolidación de planes que ya se habían venido esbozando en tiempos precedentes. En Madrid, los avances fueron destacados en la salud pública, en proyectos de gran impacto ambiental, ecológico o higiénico, como los relativos a la transformación del sistema de limpiezas, al tratamiento de basuras y a la estación depuradora de aguas residuales. En cuanto al abastecimiento de la ciudad, el programa de mercados heredado de 1926 permitió una mayor nivelación urbana. En lo urbanístico, el equipamiento del extrarradio y del ensanche también dio sus frutos: las conexiones de sus calles a las redes de alcantarillado, las pavimentaciones y la implantación de fuentes públicas y alumbrado eléctrico permitieron mejorar las condiciones vitales de los habitantes de la periferia. Por último, hay que destacar que determinados planteamientos finalmente puestos en liza durante el franquismo se asumieron desde una línea innovadora a partir de 1931, como el caso de una anexión de los municipios limítrofes de Madrid para mitigar los numerosos problemas higiénico-sanitarios e infraestructurales de esos núcleos y no desde la óptica colonizadora y triunfalista finalmente abordada tras la Guerra Civil.