Athena Farrokhzad y Svetlana Cârstean se conocieron en 2012 durante un taller de traducción de poesía en Estocolmo. La afinidad personal y literaria que descubrieron entonces las llevó a traducirse mutuamente. Aunque con una peculiaridad: ni Cârstean sabe sueco ni Farrokhzad sabe rumano. Así, el proceso de traducción tuvo que convertirse en un nuevo proceso de creación conjunta.