Creador inclasificable y clave en el cambio de siglo Gómez de Liaño nos presenta un diario de su intransferible Asia.Martes, 24 de abril de 1984. Volando de Ámsterdam a Anchorage. Son las 5:25 p. m. Mi pulso al escribir indica un claro nerviosismo. Esta es la etapa más larga del viaje ûsobre los océanos Atlántico y Árticoû, que dura más de ocho horas. No sé por qué, volar sobre el mar me da cierta tranquilidad, como si, por el contrario, la tierra fuese una amenaza.Con esta nota se inician los diarios que el autor escribió durante largos años, en Asia: en Japón, China y también en otros países, como Egipto, Filipinas, México y Puerto Rico. Lo que hay en este libro es un diario de su vida. No es un diario cargado de erudición orientalista, en el que el diarista se pone a describir con detalle monumentos, rituales y otras cosas por el estilo. Lo importante es que estas páginas reflejan el día a día de la vida: de la vida cotidiana de un viajero, profesor y escritor. No se escribieron pensando en publicarlas. No movían al diarista ambiciones literarias. Quizás, ahí mismo resida, como el propio autor indica, «su peculiaridad literaria».