Este texto de Jürg Schubiger, descubierto en la finca del gran autor suizo, se remonta a una noche lejana. En una época en la que todo sigue intacto y dura para siempre. Adán y Eva yacen sobre un lecho de musgo y contemplan las estrellas, gruesas como copos de nieve. A su alrededor, todo lo que necesitan y más. La abundancia es tan grande que, de repente, a Eva le entra miedo: "¡Para siempre este paraíso, estos ñus y cacatúas, no tenemos ya nada que desear!". Indefenso, Adán ve sus lágrimas y no sabe cómo consolarla. Para su propia sorpresa y la de Eva, de pronto inventa algo: el beso. Celestial, susurra Eva.