Dos elementos externos se proyectan en la poesía de Lucía León: el mar y la naturaleza que emana del jardín, símbolo y microcosmos de la Naturaleza con mayúscula, que forman parte del transcurrir vital de la autora. Son elementos básicos de este poemario el hecho poético de la contemplación y su introspección, a los que se suma el temor y el desconcierto internos, añadiéndose en la última parte una mirada compasiva hacia los otros que también sufren las circunstancias del propio sujeto poético.