En Allozar, el presente ancho de los rituales cotidianos dialoga con el tiempo confuso de la memoria. Una memoria que es ficción y es pasado y es deseo y es, sobre todo, una pregunta: ¿dónde nació esa voz lírica que ha hecho de la poesía, la naturaleza, el miedo y el sexo su ritual cotidiano?, ¿dónde se originó su carne pegada a la carne, la muerte, la tierra y la letra? En Allozar, se construye un territorio -Santa María, Comala, Macondo- donde bullen personajes que con su semillita de verdad tejen la invención del recuerdo: poemas que son estampas desordenadas, con nombres propios y espacios concretos;poemas donde el padre nace justo antes de la hija y la baba amarga sobre el cuerpo de las mujeres se derrama en la hija y, al volver la página, en la madre y, en la abuela Magdalena, en la siguiente;poemas donde el origen humilde se convierte en orgullo y cimiento.