El descubrimiento del paisaje fue el principio, después vino el cultivo de la tierra, la obtención de sus frutos, en esa humana labor que atraviesa el olvido de los siglos, en esa interacción del ser humano con el natural entorno que le da vida y sustento. Todos llevamos dentro la memoria de un camino recorrido, de hermosos paisajes prendidos en el corazón, la contemplación de un inolvidable atardecer. Pero si miramos atrás vemos que se ha hecho vivencia en la que colores, sabores, aromas infunden en nuestros sentidos esa plasmación de vida que se hace inefable belleza en cada pájaro, en cada flor, en cada árbol del camino. Estos poemas nos hablan de nuestro río, pero también de senderos, de trochas, de veredas, de esa infancia perdida por las calles del tiempo y que, acaso, en la mirada del poeta, regresa en cada amanecer.