En aquella convulsa España del año 1937, en la que los odios combatían cruelmente contra las iniquidades, un hermoso valle de las estribaciones de los Picos de Europa perdía su paz y equilibrio para desgracia de sus gentes. Durante aquel gélido diciembre, con las cumbres de sus montañas rebosantes de impoluta nieve, escuadrones de aviones de guerra alemanes, de la Legión Cóndor, volaban casi a ras de las cabezas de los despavoridos lugareños. Aquellas máquinas del infierno se dirigían a bombardear el Frente Norte, defendido por valientes y aguerridos mineros asturianos, cuyos baluartes defensivos se hallaban en el límite entre León y Asturias, bajo la forma de dos sólidos y robustos búnkeres. Pero un nefasto día, uno de los aviones cae (o es derribado) en el pueblo, y su piloto desaparece misteriosamente? Ahí comienzan unos truculentos días de torturas, agresiones y ase- sinatos por parte de los militares de la Luftwaffe y de los inspectores de la «Político-social» españoles enviados desde la capital. Y de un sátrapa de infausto recuerdo? de la zona. Pero una compensación a tanto dolor surge como por encanto: el amor. El amor entre gente del Norte y una hermosa ?princesa? de la tierra. Habría que esperar hasta el año 1964, cuando un variopinto grupo de jóvenes, formado por un español, dos alemanes y una americana, residentes en la hermosa ciudad alemana de Freiburg im Breisgau, decidieran regresar a la zona del conflicto para desentrañar todas las incógnitas pendientes. ¡Y vaya si lo hicieron?! Estas dos parejas, unidas por algo más que afecto entre sí y por su relación con algunos actores de la tragedia, aportaron la parte positiva a tanta iniquidad del pasado? Y eso, a pesar de los peligros que los acompañaron en su viaje y, sobre todo, en el final del trayecto. La paz, la amistad y la tolerancia entre gentes de distinta etnia, religión e ideología, sería el fruto de tanto sacrificio y esfuerzo por parte de los miembros de la nueva «Legión», formada, ahora sí, por la noble y apacible juventud de nuestros días.