La obra maestra de Orwell recrea el ambiente de las fábulas clásicas (Esopo, La Fontaine) para trazar un escenario en el que los animales son protagonistas de una revolución que pronto devendrá en una caricatura de sí misma. A través de esta precisa parábola, la novela despliega un alegato mordaz e implacable contra toda forma de totalitarismo. Escrita en 1945, en la inmediata posguerra, Rebelión en la granja denuncia el germen corrupto que se propaga en muchas revoluciones, cuando sus élites dirigentes abjuran de los ideales originarios y adoptan conductas y rituales característicos del sistema opresor que pretendían suplantar. Manipulación de ideales y ceguera ante injusticias flagrantes son algunos de los rasgos que los protagonistas de esta obra encarnan para espejar, así, vicios humanos que quedan perfectamente resumidos en el lema: «Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros». Ralph Steadman, el gran maestro internacional de la satira política y social, refuerza, con sus ya célebres y característicos salpiconazos de tinta, las escenas de álgida violencia que, desde el texto, pasan a las estampas sin perder un ápice de su potencia turbadora.