La escuela del ser y del querer (ser). Semillas de vida y de futuro desde infantil es una caja de semillas que las autoras quieren compartir con todas aquellas personas interesadas en la educación de la infancia. Al igual que los Custodios de semillas ancestrales, Ángeles e Isabel Abelleira nos muestran las simientes que han ido atesorando a lo largo de más de tres décadas de docencia y que comparten con otros cultivadores. Un libro para reverdecer las escuelas de forma natural cultivando la humanidad, la belleza, la generosidad y el compromiso. En esta cuarta entrega, las hermanas Abelleira, sobrevolando entre la teoría y la práctica, entre la realidad y la utopía, en el capítulo 6 nos muestran cuáles serían las diez condiciones (las diez semillas) que debe cumplir (sembrar) una escuela que quiera educar para que los niños y las niñas puedan ser y querer (ser). Y lo hacen a su estilo: analizando con sentido crítico los retos educativos actuales, fundamentando y proponiendo modos de hacer respetuosos con la infancia, con la sociedad y con la naturaleza, siempre en el presente, con la mirada en el futuro, aunque sin perder de vista el pasado. Por ello nos hablan de una escuela natural, activa, delicada, comprometida, creadora, culta, saludable, sanadora, ciudadana;una escuela que abona la esperanza y la voluntad. Como buenas narradoras, son amantes de las metáforas, así en su primer libro, Los hilos de infantil, bajo el símil de unas tejedoras de mantas, establecían las veinte constantes que deben estar presentes en toda práctica educativa infantil. En el segundo, El latido de un aula infantil. Elogio de la cotidianidad, los diez ejes temáticos que abordar en la etapa. En el tercero, Docentes de infantil. Luthiers del futuro, partiendo de la comparación de la docencia con el oficio de los artesanos que construyen, afinan y reparan instrumentos musicales, se centraban en la docencia, en el cómo ser y estar en la escuela en un momento tan complejo como el actual. Este es un libro para todas aquellas personas que, conociendo la tierra que pisan, siembran eligiendo el momento adecuado y la orientación más soleada, abonan orgánicamente, cultivan cuidadosamente, porque de ello depende su futuro, y saben esperar el tiempo de cada planta siempre con la mirada entre el cielo y el suelo para saber de sus necesidades. Para aquellas maestras y maestros que cultivan el ser y el querer (ser) de cada uno de sus alumnos y alumnas.